domingo, 28 de septiembre de 2008

LA CRISIS DEL GAS EN CHILE ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Mientras la integración europea se basa en la ley comunitaria, que conlleva cesión de soberanía por los países que la suscriben, Chile discute con Argentina el cumplimiento de protocolos energéticos y con Bolivia sobre un acceso soberano al mar.
Diplomáticos europeos destacados en Chile, que siguen la crisis del suministro de gas, no se han extrañado por la falta de cumplimiento de los compromisos de Argentina, derivados del protocolo gasífero de 1995. El problema lo ven en el contexto histórico de América Latina y aducen que es una constante de la región la no observancia de los acuerdos internacionales. Argentina, particularmente dicen, se ha distinguido por una conducta displicente en ese sentido y, como se ve ahora, la mantiene no sólo en sus relaciones con los organismos crediticios de los cuales es fuerte deudor.
Esta visión europea está, desde luego, determinada por la cultura integracionista desarrollada desde 1950, cuando se dieron los primeros pasos para la creación de la Comunidad del Carbón y el Acero, CECA. Ella significó la puesta en común de ambos recursos por seis países, entre los que destacaron Francia y Alemania, que fueron feroces adversarios en la segunda guerra mundial, una conflagración que había terminado apenas cinco años antes.
Desde el sábado 1 de mayo, la Unión Europea que es en lo que derivó esa incipiente CECA cuenta con 25 países miembros, incluyendo ahora a ocho ex países comunistas que se enfrentaron a Europa Occidental en la larga guerra fría.
América es mucho más joven para ser comparada con el viejo continente, pero se pueden argüir dos argumentos para considerar no tan arbitrario un paralelo entre una y otra región.
En América del Norte se consolidó tempranamente lo que muchos consideran el modelo más acabado de integración: los Estados Unidos de América, una federación de la que Europa está lejos aún.
Por su lado, los Estados Desunidos del Sur han considerado siempre que son "una gran nación deshecha", como dijera Andrés Bello, el venezolano que fue primer rector de la Universidad de Chile. En consecuencia, se ha soñado en esta parte del mundo, primero, con la patria bolivariana y, después, con una integración al estilo europeo,
Ahí están para testimoniarlo múltiples iniciativas, como la ALALC, luego transformada en ALADI, es decir, de una Asociación de Libre Comercio se convirtió en una de Integración; la SIECA, que es la unión de las economías centroamericanas; el Pacto Andino, hoy Comunidad Andina y, finalmente, el MERCOSUR.
Con estas dos últimas agrupaciones Chile ha tenido una actitud reticente: durante el régimen militar se desembarcó de la integración con Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia y, ya vuelta la democracia, no se integró al Mercosur con Argentina, Brasil, Uruguay Paraguay, quedando hasta hoy sólo como un asociado, al igual que Bolivia.
Las razones esgrimidas por Santiago son las diferencias en la liberalización del comercio exterior, que en Chile es notablemente más avanzada que en cualquiera de los otros países mencionados.
Esto explicaría, en último término, que este país haya logrado acuerdos con espacios más desarrollados, como el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y la Asociación Política y Económica con la Unión Europea. Y subraya, a la vez, la lejanía producida con los vecinos del barrio latinoamericano.
La calidad de estrella internacional lo ha alejado de los escenarios regionales y esto explica, en parte, la desafección con que Argentina ha tomado el suministro de gas que le debe a Chile, y el acentuamiento de la hostilidad de Bolivia, que ha visto como propicia la coyuntura para darle duro al autor de su enclaustramiento.
Los europeos que han opinado reservadamente en Santiago de la crisis que les ha tocado presenciar dicen que es inútil acudir a instancias internacionales de arbitraje, para obligar a Argentina a cumplir y a Bolivia de abstenerse de colocar cláusulas hostiles en sus contratos de aprovisionamiento.
En el primer caso, un personero alemán acudió a un dicho de su país, diciendo que "es como meter la mano en el bolsillo de alguien que está desnudo". En el caso boliviano, empresarios europeos ven con fastidio que se insista en hablar de soberanía para un acceso al mar. Es un término para ellos obsoleto y corresponde a la primera mitad del siglo pasado, dicen.
La integración presupone cesión de soberanía en todos los ámbitos en que se alcance acuerdo y eso es lo que necesitan países como Chile y Bolivia, no discutir de enclaves y corredores soberanos, sino de una integración cada vez más completa y eficiente que signifique, por ejemplo, el uso de todos los puertos que sea posible, privatizados o no.
Pero como se trata de países que no se tienen confianza mutua y esto abarca a la Argentina también es criticable, para los europeos, que Chile haya apostado tanto al gas trasandino y no se haya preocupado más de diversificar sus fuentes de abastecimiento energético.

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