domingo, 28 de diciembre de 2008

DESARROLLO ENERGÉTICO SUSTENTABLE: UN DESAFÍO PENDIENTE

El significativo crecimiento de la economía nacional, especialmente durante los años 1986-1998, se tradujo en una fuerte expansión de la demanda de energía primaria. Entre 1986 y 2000, la demanda de derivados del petróleo creció a una tasa promedio anual de 5,9%, y la demanda de electricidad en un 8,2% (Balance de Energía, Comisión Nacional de Energía (CNE)).

Incluso en los primeros años de los 2000’s el crecimiento de la demanda eléctrica superó largamente el del PIB. No existen antecedentes que indiquen que la dinámica de la demanda energética pueda reducirse en forma significativa, debido a la elevada tasa de crecimiento del parque de vehículos automotores, el desarrollo industrial y el proceso de electrificación residencial y comercial.

La situación descrita es preocupante, debido a que Chile es un país altamente dependiente de las importaciones de energía. La dependencia energética por fuentes puede sintetizarse de la manera siguiente: el país importa un 97% de sus necesidades de petróleo, un 84% de sus necesidades de carbón, un 78% de sus necesidades de gas natural. A ello se agregan problemas de abastecimiento en el caso de los hidrocarburos, vinculados tanto a la disponibilidad de recursos y a problemas coyunturales al nivel de la capacidad de las refinerías de petróleo, principalmente en Estados Unidos, y a la inestabilidad política en la zona del Golfo Pérsico y, no menos importante, las vulnerabilidad eléctrica producto de la falta de inversión, calidad insuficiente del suministro y relativa indefensión de los usuarios.

En un escenario como el descrito, nuestro país deberá enfrentar, entonces, desafíos de envergadura que guardan relación con la insuficiente inversión en expansión de la capacidad de generación eléctrica, el abastecimiento de los hidrocarburos importados y con la consideración de la sustentabilidad del desarrollo como un elemento central de nuestra política energética.

Esta última consideración implica:

(a) asegurar un abastecimiento oportuno y a costo razonable;
(b) respetar el medio ambiente;
(c) incorporar la equidad social como parte del desarrollo energético;
(d) reducir la dependencia energética;
(e) reforzar la democracia y la participación informada, desde las primeras etapas de los mega proyectos energéticos.

Estimados amigos lectores les envío mis mas sinceros saludos a todos ustedes y a vuestras familias deseándoles el mayor de los éxitos para el año 2009, que sin duda será un año de tremendos desafíos que debemos enfrentar como país siempre desde una mirada de sensibilidad social e integración con nuestros compatriotas, pensando de sobremanera en ejercer la vocación de servicio y de promover la praxis del bien común.

domingo, 21 de diciembre de 2008

LA ENERGIA Y EL MUNDO EN DESARROLLO: LA NECESIDAD DE NUEVAS MODALIDADES DE ASOCIACION

La industria del petróleo se ve obligada a realizar operaciones en algunas de las partes del mundo que plantean más dificultades en cuanto a la tecnología necesaria para encontrar y explotar nuevas fuentes de energía y también en lo que se refiere a disparidades sociales y económicas.
De hecho, gran parte de los recursos energéticos del mundo se concentran en países en desarrollo, donde la vida es una lucha diaria contra la enfermedad, la desnutrición, los regímenes sociales inestables y el conflicto. La pobreza es la raíz de estos problemas insolubles.
En lo que se refiere a pobreza mundial, las estadísticas son alarmantes. Se calcula que la mitad de la población mundial cuenta para sobrevivir con el equivalente a dos dólares diarios y más de 1.500 millones de personas no disponen de electricidad. Sólo en África, más de 300 millones de personas, la mitad de la población del continente, tiene menos de un dólar diario para vivir. De hecho, el ingreso anual medio de los ciudadanos africanos es menor que el subsidio agrícola que se paga por una vaca en Europa o Japón.
Pese a estos datos, con frecuencia me preguntan por qué tienen que preocuparse las empresas por aliviar la carga de la pobreza. En el mundo frágil y súper conectado de hoy, las razones son tan poderosas como lo pueden ser en el caso de cualquier otro sector de la sociedad. ¿Quién más que las empresas necesita:
un ambiente de paz y estabilidad política para sus actividades;
una fuerza laboral saludable e instruida;
abastecedores locales de la mejor calidad;
una demanda floreciente para nuestros productos?
Existe, por supuesto, otra razón, aun más poderosa, por la que las empresas deben unirse a la lucha contra la pobreza. Porque es lo que se debe hacer.
Al atacar las causas de la pobreza, creo que se pueden conseguir adelantos en varios sectores: reforma del comercio, fortalecimiento de la capacidad humana, alivio de la deuda y mejora de la prestación de la ayuda para el desarrollo. Las actividades en estos frentes deben ir acompañadas de reforma del gobierno en cuanto a buen gobierno y transparencia. En los países en desarrollo donde estas cuestiones se han abordado, hemos visto una distribución más amplia de los beneficios del crecimiento económico entre la población.
Estoy convencido también de la necesidad de nuevas asociaciones mundiales innovadoras y métodos de colaboración que ayuden a generar crecimiento económico sostenible, al mismo tiempo que aseguren una distribución más amplia de los beneficios. Un cambio considerable y duradero exige que todas las partes interesadas los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, las comunidades y las empresas trabajen juntos en asociación.
Cada actor tiene un papel importante que desempeñar.
Los gobiernos deben hacer lo que sólo ellos pueden hacer: promover y practicar el buen gobierno, prestar servicios de educación y salud y crear un clima estable y transparente para la inversión.
Las organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio deben trabajar con los gobiernos y ayudarlos a establecer políticas acertadas.
Las organizaciones no gubernamentales deben ayudar a las poblaciones locales a introducir importantes mejoras en su economía y mostrarse dispuestas a trabajar con todas las partes interesadas, incluso la industria.
Las empresas, por su parte, deben concentrarse en hacer inversiones prudentes, generar empleos y llevar a cabo operaciones solventes y rentables. Pero también tienen que trabajar en colaboración con los gobiernos y las ONG para mejorar la calidad de vida donde llevan a cabo sus operaciones.
Las asociaciones efectivas pueden eliminar barreras que a menudo mantienen a los países en desarrollo aislados de la comunidad de naciones y de un mundo de ideas, las asociaciones también pueden eliminar las barreras que surgen cuando el gobierno, las empresas y las comunidades, sencillamente, no se entienden entre sí o, en el peor de los casos, desconfían unos de otros.
Es por ello mis estimados amigos lectores que no obstante, mientras no se satisfagan las necesidades humanas básicas, será un mundo difícil para los negocios, cuanto más para crear nuevos mercados y oportunidades de crecimiento. Entonces uno se pregunta cuanto tiempo seguirá tolerando el mundo disparidades económicas tan vastas que seres humanos en un lugar tienen menos valor que el ganado en otro. Trabajando juntos, estoy convencido de que podemos empezar a salvar ese abismo.

domingo, 14 de diciembre de 2008

CONSUMO DE ENERGIA DEL MUNDO EN DESARROLLO

La población continuará creciendo mucho más rápidamente en los países en desarrollo que en el resto del mundo. Para 2030, el porcentaje de la población mundial que vive en las regiones en desarrollo podría alcanzar el 81 por ciento, según pronósticos de las Naciones Unidas. Junto con la rápida expansión económica prevista en los mercados en surgimiento, el rápido crecimiento poblacional llevará a aumentos drásticos en la demanda de energía en el mundo en desarrollo. Es por ello mis amigos lectores que este es un tema que no se puede tomar solo como un tema cotidiano, sino que se debe tomar con la mayor seriedad, de sobremanera por un país como el nuestro que camina y anhela con el desarrollo ad portas del bicentenario.
Según pronósticos de Perspectivas Mundiales de Energía en 2002 de la Organización Internacional de Energía (OIE), la demanda mundial de energía primaria en 2030 puede sobrepasar en cerca de dos tercios el nivel del año 2000, alcanzando al final de ese período pronosticado un equivalente de 15.300 millones de toneladas de petróleo anual, representando los países en desarrollo un 62 por ciento del aumento. De igual manera, la Administración de Información sobre Recursos Energéticos de Estados Unidos (EIA) prevé que para el año 2025, el consumo de energía en el mundo en desarrollo habrá aumentado a casi el doble.
Debido a que se prevé que las economías en surgimiento dependerán mayormente del carbón y de otros combustibles fósiles, éstas contribuirán mucho más a las emisiones mundiales de bióxido de carbono a medida que aumente rápidamente su demanda de energía. Se prevé que los países en desarrollo representarán dos tercios del aumento pronosticado en las emisiones de bióxido de carbono, las que, según muchos científicos, contribuyen al calentamiento mundial. Cuatro países principales solamente Indonesia, China, India y Brasil emitirán 2.000 millones de toneladas de carbono anuales para el año 2010, lo que creará dificultades especiales para la cooperación internacional en las cuestiones relacionadas con el clima. Estados Unidos y las otras naciones industrializadas deben involucrar a estos países en iniciativas multilaterales sobre el clima, como la investigación y el desarrollo de tecnologías de energía más limpia.
El crecimiento en América Latina, donde se anticipa que para el 2015 la demanda de energía primaria aumente en casi el doble de los niveles de 1999, contribuirá también considerablemente a la geopolítica energética del futuro. En lugar de ser una importante región abastecedora para Estados Unidos, América Latina podría llegar a ser una importante región consumidora, que deberá ser incluida en los sistemas internacionales de reservas para emergencias y en las iniciativas sobre energía alternativa.
Se anticipa que el enorme crecimiento en Asia contribuirá considerablemente al mayor consumo de energía en el mundo en desarrollo e impactará grandemente el consumo de petróleo en el mundo, teniendo, por lo tanto, el mayor impacto en las cambiantes tendencias geopolíticas del petróleo. En los países asiáticos en desarrollo, donde se prevé que el consumo de energía alcanzará una tasa de crecimiento medio anual del tres por ciento, comparada con el crecimiento de 1,7 por ciento para toda la economía mundial, se anticipa que la demanda de energía aumentará en más del doble en las dos décadas próximas. Según los pronósticos de la OIE, la demanda en la región representará un 69 por ciento del aumento total previsto en el consumo del mundo en desarrollo y cerca de un 40 por ciento del aumento en el consumo mundial total de energía.
El rápido crecimiento económico de Asia, la enorme urbanización, la drástica expansión en el sector del transporte, y los programas de electrificación, políticamente importantes, tendrán un efecto drástico en la dependencia de energía importada en la región. Si no aumentan en forma significativa los abastecimientos de recursos energéticos renovables y/o las nuevas tecnologías energéticas, el consumo de crudo y gas natural en Asia aumentará sustancialmente y con ello aumentarán considerablemente los retos ambientales. En vista de los recursos insuficientes de la región y su ya alta dependencia de petróleo importado, se anticipa que Asia ejercerá una creciente presión sobre el Oriente Medio y Rusia en los años venideros.
Según el Informe sobre el Mercado Petrolero de 2001 publicado por el Grupo de Inteligencia Energética, un servicio de investigación independiente, el consumo de petróleo en Asia, que excede los 20 millones de barriles diarios, ya es mayor que el de Estados Unidos. Para el año 2010, el consumo total de petróleo en Asia podría ser de 25 a 30 millones de barriles diarios, la mayoría de los cuales deberá importarse de fuera de la región. Puede esperarse que las importaciones de petróleo de China aumenten de unos 1,4 millones de barriles diarios en 1999 a unos 3 a 5 millones de barriles diarios en 2010. Esto ha despertado temores en Tokio, Seúl y Nueva Delhi acerca de competencia o de hasta una confrontación en cuanto a los abastecimientos y las líneas de transporte de los recursos energéticos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

SATISFACER LAS NECESIDADES DE LOS POBRES ES UN ASUNTO PENDIENTE DEL PUNTO DE VISTA DE DESARROLLO ENERGETICO

Estimados amigos lectores les escribo este artículo no con un afán crítico a la sociedad mundial, sino que como un testimonio sobre la necesidad de pensar en el otro mundo, como son los pobres. Aún cuando el mundo esté creciendo a pasos agigantados en desarrollar tecnologías innovadoras y en mejorar las relaciones e intercambios comerciales entre países, ya que muchas veces se deja de afrontar los problemas que para algunos son simples, pero para otros son problemas que involucran vida y dignidad.
La cooperación en encontrar nuevas fuentes de energía y tecnologías más limpias y eficientes, además de ser un medio valioso para reducir el riesgo de tensiones y conflictos internacionales, es de importancia crítica para asegurar un futuro mejor para el mundo en desarrollo y reducir la pobreza y la enfermedad en muchas partes del planeta. Al presente, más de una cuarta parte de la población del mundo carece de acceso a electricidad y dos quintos están obligados a depender principalmente de la biomasa tradicional leña y desechos animales para satisfacer las necesidades básicas de cocinar y calefacción. Aproximadamente el 80 por ciento de estas poblaciones se encuentra en India y África al sur del Sahara. Cuatro de cada cinco personas que carecen de servicios energéticos modernos viven en zonas rurales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por causa de la contaminación del aire en los hogares, producida por la tradicional energía de biomasa, más de dos millones de mujeres y niños mueren en el mundo cada año debido a infecciones respiratorias.
La dependencia continuada del petróleo conforme según las tendencias de crecimiento antes descritas harán que la comunidad internacional dependa más del petróleo de los países de la OPEP, lo cual tendría consecuencias perjudiciales para los pobres del mundo. Si bien se ha dicho con frecuencia que la economía estadounidense es capaz de absorber los costos crecientes del petróleo que pueden resultar de una mayor participación de la OPEP en el mercado de la demanda mundial, un aumento gradual de los costos de energía contribuirá probablemente a ensanchar la brecha económica entre las sociedades industrializadas y el mundo en desarrollo. Según un estudio realizado por la OIE en 2002, sin un gran adelanto tecnológico y si la demanda de petróleo se encara en la forma acostumbrada, más de 1.400 millones de personas seguirán sin electricidad moderna en 2030, es decir sólo 200 millones menos que ahora.
Además, durante los últimos treinta años, los países en desarrollo han tomado préstamos de miles de millones de dólares de instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para pagar por un petróleo que no está a su alcance. Esta tendencia probablemente empeorará si con el tiempo aumenta la dependencia de la OPEP.
Paradójicamente, la política de los países de la OPEP de promover precios del petróleo cada vez más altos, contribuyendo de esta manera al endeudamiento masivo del mundo en desarrollo, no ha ayudado a elevar los niveles de vida de sus propias poblaciones. En algunos países, los ingresos petroleros se han despilfarrado en corrupción oficial o se emplearon para financiar el aventurismo militar, el terrorismo internacional o programas mayores de adquisición de armamentos. Costos energéticos más bajos, como resultado de nuevos descubrimientos o grandes adelantos en eficiencia energética o en fuentes de energía alternativa, podrían obligar a esos regímenes a perseguir más vigorosamente la diversificación económica y, en los pocos casos donde pudiera ser aplicable, limitar el capital invertido en programas que sean contrarios a los intereses de Estados Unidos.