jueves, 18 de septiembre de 2008

MONOGRAFIA DE UNA CRISIS QUE AFECTA A CHILE

Que buena parte de la agenda de nuestro país esté relacionada con el tema energético no es casualidad, algunas situaciones como el suministro de gas natural argentino a Chile apuntan a lo que ya se perfila como una de las realidades geopolíticas dominantes de esta era y que se refleja con la creciente importancia de la variable energética en el escenario mundial.

A fines de los años 90, un asesor de la casa blanca, exponiendo ante el Centro de Estudios Internacionales Estratégicos en Washington, graficaba la creciente interdependencia energética de esta manera: “cuando un brasileño calienta su café en la mañana probablemente usa electricidad de una planta en Uruguay que funciona con gas natural de Argentina entregado por una empresa chilena y maneja a su trabajo en un automóvil que utiliza gasolina venezolana”.

De hecho el entorno regional es prueba fehaciente del peso de la energía como variable geopolítica. Por ejemplo, como explica José Rodríguez Elizondo en su obra “Las crisis energéticas en el gobierno de Lagos”, hasta el 2004 la tensión entre Chile y Bolivia se expresó en conflictos de carácter terrestre, marítimo o por aguas transfronterizas, pero tras el hallazgo de reservas de gas en ese país, su gobierno planteó el conflicto bajo la forma de un trueque: si Chile quería gas, debía devolver a Bolivia su cualidad marítima.

Hechos posteriores como el fallido proyecto de sacar gas boliviano al Pacífico vía puerto chileno (lo trajo consigo roces con el Perú), el contrato de “ni una molécula de gas para Chile” y las dificultades de carácter diplomático con Argentina por su política gasífera dan cuenta de cómo la energía a cobrado importancia como variable geopolítica para nuestro país.

El precio del petróleo ha posibilitado que Venezuela utilice el hidrocarburo como parte de su arsenal diplomático, mientras que el consumo de gas entre Argentina y Brasil determina su relación como productores siguiendo el ejemplo de Perú o Bolivia (cuyo gobierno hace poco tiempo acaba de nacionalizar los hidrocarburos).

Varios factores explican el creciente peso geopolítico de la energía a nivel mundial. Un factor clave es la economía China, que depende de un suministro energético estable y cada vez mayor, lo que, a su vez, presiona las condiciones del mercado global. La política internacional de Beijing sólo tiene dos ejes: recobrar la soberanía sobre Taiwán y asegurarse abastecimiento energético confiable. El interés no es sólo económico, ya que si decae el crecimiento, aumenta la insatisfacción social y las tensiones políticas. En Europa, Rusia utiliza su calidad de gran proveedor de gas y en enero cortó el suministro a Ucrania como medida de presión; Beijing y Tokio, a menudo se disputan la propiedad de campos gasíferos bajo el mar de China; la intención de India de construir un gasoducto desde Irán molesta a EE.UU. y complica la posición de Pakistán, por donde eventualmente pasaría; mientras que Asia y las reservas del Mar Caspio son un botín por el que compiten todas las grandes potencias.

En este contexto internacional de fuerte competencia por los recursos energéticos, un país pequeño no debe cerrarse a ninguna alternativa. En suma, todo apunta a que la energía será un área crecientemente gravitante y compleja de cualquier política de relaciones exteriores, es por ello mis amigos lectores que en las próximas semanas les quiero comentar sobre esta trascendental instancia que vive nuestro país relacionada a esta materia y de los recursos que dispone nuestro país tanto en su propio territorio como en los países de la región de tal manera de que esta crisis no afecte a su capital humano que sin duda es el recurso sustentable mas importante de cada nación.

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