domingo, 16 de noviembre de 2008

COMPETENCIA EN EL SECTOR ENERGETICO

La industria internacional de la energía se caracteriza por tres pares de poderosas fuerzas competitivas:

1. Países productores frente a consumidores
En el pasado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se halló enfrentada políticamente con los países consumidores. El mejor ejemplo de este enfrentamiento fue el famoso embargo árabe de petróleo de los años setenta. No obstante, en los años noventa y en el nuevo siglo se ha producido un cambio en esa relación histórica. El Diálogo entre Productores y Consumidores, foro que facilita el debate entre los países productores y consumidores de petróleo, así como la OIE y la OPEP, ya tiene casi diez años de existencia, ahora bajo el nombre de Foro Internacional de Energía. El diálogo gira en torno al intercambio de datos, mayor transparencia de información sobre la oferta y la demanda, cooperación entre los gobiernos y la industria y un mejor entendimiento entre las dos partes del mercado. Además del creciente diálogo, la cooperación económica entre productores y consumidores continúa aumentando, como se puede ver en los proyectos de gas natural de México y Arabia Saudita, entre otros muchos.

2. Competencia frente a reglamentación
Una larga pugna entre la liberalización del mercado y la reglamentación del mercado continúa hasta hoy. Esta pugna existe tanto entre países frente a la "reglamentación" del mercado de la OPEP mediante cuotas de producción, y dentro de los países mismos, como lo demuestra el continuo debate sobre privatización frente a nacionalización.
La industria rusa de la energía, por ejemplo, por mucho tiempo empresa estatal bajo el régimen soviético, ha dado un giro notable hacia un ambiente de inversión privada en los últimos años. En consecuencia, la producción de petróleo del país ha registrado un crecimiento anual sin precedentes del 10 por ciento.

3. Desarrollo económico frente a sostenibilidad
La creciente atención que se presta en todo el mundo a la responsabilidad ambiental y el desarrollo sostenible presenta un continuo desafío para la industria y el gobierno: cómo lograr el desarrollo económico rentable y al mismo tiempo satisfacer las demandas del desarrollo sostenible. Para que un proyecto de desarrollo tenga los resultados deseados tiene que estar libre de trabas ambientales, contar con la aprobación de la comunidad, respetar la legislación local y satisfacer a los gobiernos nacionales, y al mismo tiempo poderse justificar desde el punto de vista económico.
La dificultad de satisfacer las demandas de estas fuerzas, a veces antagónicas, es obvia. En una escala más amplia, consideraciones económicas impidieron a países claves ratificar el Tratado de Kyoto, lo que, prácticamente llevó al colapso de años de negociaciones.
Encontrar el equilibrio justo entre el desarrollo económico y el desarrollo sostenible no será fácil. Por ejemplo, lo primero que será necesario para atender la creciente demanda de gas natural en el mercado de escasa oferta de América Latina es conseguir que los ciudadanos locales autoricen la construcción de las necesarias terminales de recepción y regasificación de gas natural licuado (GNL).

¿Quién está ganando la batalla? Una pregunta equivocada
La pregunta que se ha formulado tradicionalmente respecto a las fuerzas de la competencia y la cooperación es ¿Quién está ganando la batalla, los países productores o los países consumidores, las industrias productoras o las industrias consumidoras, las economías desarrolladas o en desarrollo, las industrias tradicionales o las nuevas?
Si las partes han de lograr un verdadero cambio de paradigma, ésta la manera equivocada de abordar el "conflicto". La pregunta que se debe hacer es cómo se pueden equilibrar mejor las fuerzas de la competencia y de la cooperación.
La solución es tender un puente. Esto significa establecer o fortalecer los enlaces económicos que conecten a los países productores con los países consumidores, las economías nacionalistas con el mercado libre y las necesidades de energía con las consideraciones ambientales. Para ello se necesitará mayor cooperación y un entorno internacional más estable y sostenible.

LA COOPERACIÓN ENERGÉTICA, PRODUCTO BÁSICO DE DEMOSTRADA EFICACIA

Para que los países en surgimiento tengan la energía que necesitan para hacer frente a su demanda "latente", los gobiernos y las compañías tienen que concentrarse en explotar todas las formas de energía. Esto se facilitará mediante la cooperación en sectores de explotación de recursos, planes de exportación y nuevas tecnologías energéticas, todos los cuales benefician, a fin de cuentas, tanto a productores como a consumidores.
Las políticas con enfoque nacional pueden tener una influencia positiva en la estabilización del mercado internacional. Los países consumidores de energía que buscan ofertas de energía costeables y seguras suelen establecer políticas que alientan diversidad de oferta, mejor uso de los recursos nacionales y explotación de formas de energía sostenibles e innocuas para el medio ambiente. La medida en que un país reduce su necesidad de importar energía alivia la presión de los mercados internacionales y aumenta la fiabilidad de la oferta para los países en surgimiento.
La cooperación entre países y compañías ya ha logrado importantes adelantos en la explotación de energía. Además de los ejemplos citados anteriormente hay otros muchos que han resultado muy fructíferos:
La liberalización del mercado europeo de gas natural, impulsada por la Unión Europea, ha promovido la competencia y el comercio internacionales.
En el África subsahariana, ExxonMobil, la empresa estatal malaya Petrona y ChevronTexaco han construido un oleoducto de 1.054 kilómetros que une la oferta de Chad con mercados mundiales a través de un puerto atlántico en Camerún.
El oleoducto de 2.350 kilómetros de Kazajstán a China, ya en construcción, enlazará los yacimientos del noroeste de Kazajstán con las refinerías de China occidental, lo que representa una cooperación significativa entre CNPC, tercera compañía en producción de petróleo de Kazajstán de propiedad de National Petroleum de China, y KazMunaiGas, empresa estatal de petróleo de Kazajstán.
El propuesto gasoducto de gas natural Oeste-Este de China occidental a la zona de Shanghai conectará un importante centro de suministro con uno de los mercados en surgimiento más prometedores. El proyecto se llevará a cabo por una alianza de compañías de energía rusas, chinas y occidentales.
El proyecto Nahodka, que están negociando Rusia y Japón, conectará el crudo de la región del lago Baikal, en el este de Siberia, a un punto de exportación de la costa del Pacífico en Rusia (un gasoducto gemelo podría ser el próximo proyecto).
También están en perspectiva una serie de planes de importación y exportación de gas natural licuado que enlazarían suministros remotos de gas natural en partes tan dispares como el Lejano Oriente, el Oriente Medio y América del Sur con los mercados ansiosos de gas de América del Norte, Asia y Europa.
Para que los participantes en el escenario mundial de la energía mejoren la estabilidad y la seguridad internacionales mediante una mayor competencia, primero tiene que haber transparencia de información respecto a la oferta, la demanda y los precios entre todos los participantes. Una vez establecido, el mercado, regido por niveles necesarios de supervisión y protección ambiental, conducirá a nuevos adelantos.
Los mercados mundiales abiertos permiten la corriente de capital privado y facilitan la explotación de recursos y tecnologías, tecnologías que tanto productores como consumidores pueden usar para modificar las estructuras de costo, atender a sus necesidades, elevar el nivel de vida y promover el desarrollo sostenible. Sin embargo, para alcanzar este objetivo se requerirá un grado de cooperación sin precedentes y reglas de juego justas que permitan la interacción de los participantes en la escena internacional de la energía. Compaginar la competencia y la cooperación internacionales es el único medio de encontrar los 16 billones de dólares que se calcula que tendrá que invertir el mundo en energía en los próximos 30 años

martes, 11 de noviembre de 2008

EL CAMBIO DE PARADIGMA EN LA COOPERACION ENERGÉTICA INTERNACIONAL

Los mercados nacionales y regionales de energía de todo el mundo están ahora más abiertos al comercio, la competencia y la inversión extranjera que en cualquier otro momento anterior de la historia. Incluso países como Arabia Saudita y México, cuyas industrias del petróleo siguen estando nacionalizadas, recientemente se han abierto a la cooperación económica y tecnológica con compañías extranjeras para la explotación del gas natural. Aunque la relación de México con las compañías internacionales se basa en arreglos de servicios contractuales, en el caso de Arabia Saudita esta relación incluye inversiones extranjeras en el sector del gas natural por primera vez desde que la industria del petróleo del país fue nacionalizada en 1975. Las compañías interesadas se extienden por todo el mundo, desde Rusia y China a Italia, España, el Reino Unido y Francia y por cierto en América Latina nuestro país..
Al mismo tiempo, 10 años después de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, todavía siguen sin resolverse cuestiones con respecto a un mercado integrado de energía de América del Norte. La liberalización del mercado en todo el mundo está perdiendo impulso y, para muchos inversionistas, los mercados no son suficientemente abiertos como para ofrecer la transparencia necesaria y una auténtica competencia. Mientras tanto, el suministro energético de América del Norte se está convirtiendo de nuevo en una cuestión de seguridad.
Por consiguiente, ¿cuál es la tendencia predominante, el movimiento hacia una creciente liberalización del mercado o la retirada a una mayor reglamentación del mercado? Al considerar la cuestión de competencia frente a cooperación en el mercado internacional de energía, la pregunta apropiada no es la de quién está ganando la batalla, sino más bien, cómo puede el mercado atender las necesidades antagónicas de los distintos actores y alentar la cooperación que ha prevalecido en los últimos años.
Según los cálculos de la Organización Internacional de Energía (OIE), la industria mundial de la energía necesitará invertir la suma sin precedentes de 16 billones de dólares en el curso de los próximos 30 años. Las industrias necesitan energía para producir bienes y servicios, mientras que los individuos la necesitan para mantener la calidad de vida. Los países productores quieren un precio justo para poder encontrar, explotar y producir suministros, pero los países consumidores necesitan energía costeable para fortalecer sus economías. Estas fuerzas pueden parecer diametralmente opuestas, pero se pueden equilibrar alentando el establecimiento de vínculos económicos entre los países que apoyan la interdependencia. ¿Cómo se puede lograr esto? Reconociendo la simple realidad de que los productores necesitan seguridad de demanda mientras que los consumidores necesitan seguridad de oferta, y que la función del mercado es esencial para compaginar estas necesidades.
Se necesita un cambio de paradigma; de lo que se trata no es de cooperación o competencia, sino más bien, de cooperación y competencia. Todos los participantes en los mercados internacionales de energía pueden alcanzar sus metas individuales trabajando hacia el objetivo común de un nuevo entorno que permita al mercado funcionar: una red de directrices y normas operativas que permita a los países, las industrias y las tecnologías competir.
Primero y principal, el nuevo entorno se debe caracterizar por la transparencia en la información y en el proceso de adopción de decisiones y, en particular, por una buena gestión empresarial. También debe permitir el reconocimiento de las dificultades del desarrollo sostenible y alentar la adopción de normas que velen por la seguridad física de las partes y por su seguridad ambiental, lo que permitirá el pleno desarrollo de relaciones e interdependencias. De este modo, podremos dar lugar a una situación en la que tanto productores como consumidores, gobiernos e individuos, economías desarrolladas y en desarrollo salgan necesariamente beneficiados: un mundo más estable, donde la cooperación y la competencia den por resultado un uso más eficiente de recursos y servicios.

lunes, 3 de noviembre de 2008

PARA REPENSAR EL CHILE DEL BICENTENARIO

Hace mucho tiempo que en nuestro Chile nos estamos alistando para celebrar el bicentenario. Para ser muy franco, cumplir 200 años desde que fuimos capaces de declararnos independientes de nuestros conquistadores, no es cualquier cosa y por supuesto que para nosotros como ciudadanos es un hecho digno de celebrar.
Sin embargo, para un país que celebra sus 200 años de independencia y que anhela alcanzar su desarrollo , aún tiene temas pendientes que debe abordar con total cautela, entre ellos la distribución del ingreso, formulas valederas para bajar la inflación y fortalecer el crecimiento, abordar la crisis energética actual, proteger y prestigiar a las instituciones estatales como Codelco, buscar lineamientos para acuerdos internaciones con países de la región, y por cierto abordar temas referentes a la generación de políticas publicas que orienten su norte hacia la praxis del humanismo integral y bien común para con sus ciudadanos.
Que hay complicaciones en el gobierno actual, que duda cabe. Pero en ellos hay que distinguir aspectos de mas largo plazo que al momento de hacer un análisis político tiene responsabilidades compartidas entre la brecha de gobernantes y gobernados. Un dato importante del que no podemos escapar y dejar de tocar es la larga vida de nuestra concertación, exactamente 17 años, igual tiempo que estuvo Pinochet en el poder, esto sin duda genera desgaste, dificultad para el recambio generacional de sus representantes, pérdida hasta cierto punto de la agenda común, y por que no decirlo focos de indisciplina y corrupción en algunas instituciones estatales. Es por ello que el programa a futuro de nuestra coalición exige apuntar mas en los diversos planos de lo social, político y cultural.
Si bien es cierto, la economía ha tenido un crecimiento pobre e inesperado en los últimos tres años, lo cual reduce las expectativas de una mejora relativa importante en el corto y mediano plazo, lo cierto es, que los intentos por bajar la inflación y fortalecer el crecimiento económico no han sido en vano y se estima que un mediano plazo se bajaran dichos índices y el crecimiento será el efectivo sustituto ante las escasas mejoras que a mi entender existen respecto a la distribución del ingreso.
Mucho de los problemas actuales que enfrenta el gobierno son de forma y de gestión, también un tema trascendente a considerar es la mala calidad de la oposición de derecha. Si bien la derecha puede tener un abanderado políticamente y comunicacionalmente interesante como Piñera, ellos como alianza opositora de gobierno no asegura ningún nivel de disciplina y gobernabilidad interna que los proponga como legitima alternativa de gobierno, al tiempo de centrar su agenda en términos netamente populistas y, por que no decirlo orientada en un pasado dictatorial, que lo único que propone al país son medidas ultra neoconservaduristas sin sentido alguno social.
No puedo dejar de mencionar los cambios en las formas de participación política en el Chile actual, los cuales son cada vez menos representativos y menos mediados por la estructura de partidos y, por el contrario, se produce a partir de la autonomización de conflictos puramente plurales o locales donde se consigue una pluralidad ideológica y progresivamente mas segmentado.
Por ultimo se produce una especie de paradoja en el actual modelo de participación ciudadana, puesto que como país en vías de alcanzar el desarrollo ad portas del bicentenario, se deben alcanzar cambios sustanciales en términos sociales y culturales, es por ello que para celebrar con ganas los 200 años se exige una conformación de gobierno y oposición fuerte, constructiva y eficaz.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Diversificación: la clave de la seguridad energética

Chile es un país con limitados recursos energéticos propios (particularmente fósiles) que se ha hecho muy dependiente de insumos externos para su desarrollo. El país importa hoy el 72% de la energía que consume en forma de petróleo, gas y carbón. A esto se suma que su principal fuente de energía propia, la hidroeléctrica, está sometida a la variabilidad que impone la naturaleza y fenómenos climáticos como La Niña. La situación de abastecimiento de gas natural desde Argentina (desde 1997 en la zona central y desde 1999 en el norte grande), se volvió crítica con los cortes de gas. "Chile ha sufrido un golpe para el que no se había preparado y surge la necesidad de que se independice energéticamente de sus vecinos y de que logre seguridad en el abastecimiento". Por otro lado, el tema de la dependencia energética adquiere crecientes connotaciones geopolíticas, donde la energía se ha transformado en una nueva forma de poder político internacional, en que los propietarios de los recursos energéticos (petróleo y gas principalmente) buscan utilizarlos como arma de negociación política. De ahí, la necesidad de que el país, mediante una adecuada estrategia energética, garantice un suministro energético seguro y constante. El desafío, entonces, consiste en elegir suministradores, logrando un balance diverso de insumos y ubicaciones geográficas, así como de medios de transporte, que permitan equilibrar niveles mínimos de seguridad con adecuados costos. "Para un país como Chile, que posee recursos energéticos propios limitados, no hay otro camino", "necesitamos un abastecimiento energético que sea sustentable y diverso. La clave de nuestra seguridad energética está en armar un "portafolio" que combine diversas fuentes y estrategias de desarrollo energético". Sin embargo, una mayor seguridad energética necesariamente tiene un mayor costo. A partir del inicio de las restricciones de gas natural desde abril del 2004, la industria tuvo que recurrir al petróleo diésel como combustible alternativo mientras que en la generación eléctrica se recurrió a una mayor utilización de la energía hidráulica y de la generación térmica sobre la base de carbón y petróleo diésel, combustibles que muestran un alza sostenida de precios a nivel mundial. En este aspecto, el carbón y la hidroelectricidad aparecen como los recursos con mejores proyecciones. El carbón es un combustible abundante y de menos dependencia a nivel geopolítico. Aplicando tecnologías de lecho fluidizado, es posible quemarlo de manera mucho menos contaminante. Efectivamente, el carbón podrá, a las tasas actuales, seguir consumiéndose durante más de dos siglos. Y mientras el petróleo y el gas tienen sus principales reservas en unos pocos países, el carbón tiene un suministro menos riesgoso, pues se encuentra repartido en todo el mundo. Algunas empresas han anunciado nuevos desarrollos hidroeléctricos en la zona central, sur y austral del país. Un proyecto estratégico para el desarrollo energético del país es el de las centrales hidráulicas en los ríos Baker y Pascua, en la Región de Aysén. La hidroelectricidad es el único recurso energético masivo del cual aún quedan importantes reservas en Chile. Es una energía de producción limpia y en grandes volúmenes. Por otro lado, empresas estatales y privadas se encuentran abordando en forma conjunta la necesidad de diversificar los proveedores de gas natural a través del gas natural licuado, tanto en la zona central como en el norte grande. La condición de altos precios que enfrenta Chile y que se mantendrá en niveles altos a futuro, podría hacer atractivo en el país el desarrollo de energías renovables no convencionales, como la mini hídrica, la eólica, la geotérmica, la solar y la de biomasa, entre otras. La energía nuclear es una alternativa que debe ser estudiada para el largo plazo, dada su complementariedad con el recurso hidráulico de Chile. No obstante, enfrenta importantes fuerzas detractoras por el riesgo de accidentes y el manejo de residuos radioactivos. Además de los largos períodos de construcción de las centrales nucleares y los altos costos de inversión y del manejo de residuos, que las hace poco atractivas para los inversionistas privados, y que requiere de la intervención del Estado.

Carbón e hidroelectricidad: la base de nuestro desarrollo energético

Chile contribuye en una mínima parte a los problemas del calentamiento global, por su pequeña economía y bajos niveles de producción de gases de invernadero y de CO2 en particular. Sin embargo, igual preocupa la contaminación que podría producir la generación termoeléctrica con combustibles fósiles, especialmente cuando el carbón surge en Chile como el combustible más competitivo para reemplazar al gas natural en la producción de electricidad.

Nuestro desafío como país, será conciliar nuestra seguridad energética con una mayor participación del carbón en la matriz, sin producir contaminación urbana e impactos ambientales de zonas productivas agrícolas y agropecuarias, como por ejemplo las zonas de nuestro Valle del Aconcagua. En el objetivo de lograr una mayor seguridad energética que permita que Chile siga creciendo económicamente, sin restricciones impuestas por terceros, se debe diversificar la matriz, sin abandonar el modelo de mercados libres competitivos y abiertos y sin caer en la tentación de un Estado más interventor. Los mayores peligros están en el abastecimiento eléctrico en el corto plazo, donde la seguridad energética está en peligro. Se estima que dependerá en forma importante de la hidrología de los próximos tres años, lo que podría provocar racionamientos en años secos. "Evitarlo no se logrará espontáneamente, exigirá inversiones e implicará aumentos sustanciales de precios, cualquiera sea el camino seguido. Ante esa eventual crisis, el Estado debe cumplir un rol coordinador. El peligro es que se tiente a jugar un rol empresarial, forzando inversiones que distorsionen en forma permanente el mercado, y nuestro exitoso camino recorrido".