jueves, 18 de septiembre de 2008

Chile y la energía de la biomasa.

La biomasa tal como su nombre lo indica, corresponde a la energía que
desarrolla o contienen toda la masa orgánica biológica del planeta Tierra, básicamente
son reacciones de captura y emisión de carbono y oxidación de hidrógeno.

El concepto biomasa energética es en si amplio y tiene muchas variantes, desde la tracción animal hasta los hoy llamados biocombustibles, como lo son los alcoholes y aceites para alimentar motores de combustión interna, el bio gas y otros
compuestos. Sin embargo, más allá de buscar nuevos combustibles, tenemos un caso
pendiente, actualmente cerca del 20% de la energía primaria que se usa en Chile en un año normal, es leña, que es la forma de energía de biomasa más conocida y utilizada. Este 20% (promedio cercano en los últimos 10 años) de leña en la energía total de Chile no es menor, considerando que todo el aporte hidroeléctrico Chileno es sólo el 11.9%. Es más, de acuerdo a los últimos balances el 52% de la energía del sector comercial público residencial corresponde a leña y derivados.

En términos físicos cada chileno independiente de si consume o no o donde viva, le corresponde un promedio de 700 kilogramos anuales per cápita de leña.
Tal vez lo negativo de estas cifras sea que, por la tecnología y precariedad de sus usos, el rendimiento general de la leña en el ámbito doméstico escasamente es inferior
al 10%. Lo preocupante de este dato es que se trata entonces de un combustible muy
mal usado, equivale a decir que de cada 10 árboles que se leñan sólo uno hace trabajo útil. Es más, la leña que aparte de usarse con mejor eficiencia en el sector industrial (un 35% de toda la leña) se usa intensamente en el sector habitacional, consumo que en su mayor parte podría calificarse de combustible de “interés social”.

Chile tiene una gran deuda política, tecnológica, social y ambiental con este energético. Energético que la estadística indica es el más importante del sector residencial chileno. Por ejemplo, si quisiéramos hacer una campaña nacional de eficiencia energética profunda y con impactantes resultados, es precisamente la leña un foco prioritario. Eso si, habría que revertir los malos números actuales, entre los que está, que el 60% de la leña que se usa en Chile se obtiene de bosque nativo.

La tecnificación de la leña es un paso que no hemos dado, podría llegar a ser más importante que el petróleo, incluso llegar a ser un combustible con emisiones globales nulas. Por ahora, al 2009, es un problema socio político económico difícil e intrincado que involucra pobreza, brechas en el acceso a la energía, impactos a
la salud y ambientales negativos.

La leña del futuro debiera plantarse planificadamente, usando terrenos ya colapsados y especies de crecimiento rápido. Si la biomasa se quema tecnificadamente, emitiendo sólo CO2 a la atmósfera, y se complementa esto con un crecimiento técnicamente controlado de masa leñable semejante, entonces todo el carbono emitido se captura en tiempo real y resultaría un combustible de emisión cero. No solo eso, equivaldría a petróleo nacional sustentable.

Nos falta probar con la producción de bioalcohol y biodiesel, cosa que incentivaría enormemente nuestra agricultura. Toda la tecnología de los biocombustibles existe y ahora sólo es cosa de poner en marcha los mecanismos políticos y económicos para incentivar el desarrollo de estas tecnologías en Chile.

Entre otras cosas los 15.000.000 de kilogramos de basura doméstica que cada día se botan en Chile tienen al menos 7.000.000 de kilogramos orgánicos susceptibles de aportar gas natural para alimentar sus propias ciudades.

Si manejamos la leña con sofisticada tecnología de consumo y producción, por cierto protegiendo el ecosistema del bosque nativo y acertamos con la producción de bioalcohol y biodiesel, dispondríamos en Chile de una fuente sustentable de energía, propia y regenerable en tiempo real, fuente que podría hacer innecesaria la importación de petróleo o gas argentino.
El potencial está allí, su desarrollo es cuestión de actitud política del país, tenemos los laboratorios, las universidades, la necesidad y el territorio y por sobre todo el capital humano.

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