jueves, 18 de septiembre de 2008

ENERGIA HIDRAULICA: EL RECURSO QUE DEBEMOS CUIDAR Y APROVECHAR

La Tierra, con sus diversas y abundantes formas de vida, que incluyen a más de 6.000 millones de seres humanos, se enfrenta en estos tiempos con una grave crisis del agua. Todas las señales parecen indicar que la crisis se está empeorando y que continuará haciéndolo, a no ser que se emprenda una acción correctiva. Se trata de una crisis de gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados.

La verdadera tragedia de esta crisis, sin embargo, es su efecto sobre la vida cotidiana de las poblaciones pobres, que sufren el peso de las enfermedades relacionadas con el agua, viviendo en entornos degradados y a menudo peligrosos, luchando por conseguir una educación para sus hijos, por ganarse la vida y por solventar a sus necesidades básicas de alimentación.

En realidad, se trata fundamentalmente de un problema de actitud y de comportamiento, problemas en su mayoría identificables (aunque no todos) y localizables. Actualmente en nuestro país poseemos los conocimientos y la pericia necesarios para abordarlos y hemos intentado elaborar excelentes herramientas conceptuales, tales como la equidad y la noción de sustentabilidad.

Sin embargo, la inercia de los líderes y la ausencia de una conciencia clara sobre la magnitud del problema por parte de la población mundial (en muchos casos no suficientemente autónoma para reaccionar), resultan en un vacío de medidas correctivas oportunas y necesarias y en una incapacidad para infundir a los conceptos de trabajo una resonancia más concreta. El estado de pobreza de un amplio porcentaje de la población mundial es a la vez un síntoma y una causa de la crisis del agua. El hecho de facilitar a los pobres un mejor acceso a un agua mejor gestionada puede contribuir a la erradicación de la pobreza. Al mismo tiempo, una mejor gestión nos permitirá hacer frente a la creciente escasez de agua per cápita en muchas partes del mundo en desarrollo.

La Energía Hidráulica, actualmente, es la fuente renovable más conocida y utilizada en Chile; se usa principalmente para producir energía eléctrica y suministrar potencia eléctrica; representa el 40 % de la potencia instalada en Chile (4.080 MW).

El potencial hidroeléctrico desarrollable en forma económica en el país, se estima es del orden de 11.000 MW, valor que supera más de 2,5 veces a las instalaciones actuales: 85 MW (0,8%) en la zona norte del país (Sistema Interconectado del Norte Grande, SING); 5.080 MW (46 %) en la zona central y los 5.835 MW restantes (Sistema Interconectado Central SIC) (53%) en la zona austral (Regiones XI y XII).

Es por ello que el potencial hidroeléctrico es desarrollable en forma económica y competitiva con el gas; estos recursos permitirán atender buena parte del crecimiento de la demanda en los próximos 20 años a tasas de aumento del 5 % anual, considerando también que el crecimiento se atiende con centrales hidroeléctricas nuevas (50%) y el restante 50% con centrales de otro tipo.

La implementación de nuevas centrales hidráulicas requiere largos periodos para estudios hidrológicos, diseño y construcción, con plazos que van de 6 a 10 años según sean centrales de pasada o de embalse, por lo que su ingreso a la matriz energética es de largo plazo y se deben considerar, además, tiempos adicionales para resolver temas medioambientales y sociales, que mitiguen alteraciones de las condiciones ambientales existentes. La materialización de proyectos hidroeléctricos requiere realizar inversiones que duplican a las de centrales térmicas de ciclo combinado para similares capacidades y deben contemplar, además, el pago de compensaciones mayores por los extensos terrenos que se requieren en la construcción de las obras.

Resolver la crisis del agua es, sin embargo, sólo uno de los diversos desafíos con los que la humanidad y nuestro país se enfrentan en este tercer milenio. La crisis del agua debe situarse en una perspectiva más amplia de solución de problemas y de resolución de conflictos.

“Erradicar la pobreza, cambiar los patrones de producción y consumo insostenibles y proteger y administrar los recursos naturales del desarrollo social y económico constituyen los objetivos primordiales y la exigencia esencial de un desarrollo sostenible”.

Aún así, de todas las crisis, ya sean de orden social o relativo a los recursos naturales con las que nos enfrentamos los seres humanos, la crisis del agua es la que se encuentra en el corazón mismo de nuestra supervivencia y la de nuestro planeta.

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