jueves, 16 de junio de 2011

CAMBIO CULTURAL, DESAFIO SUSTENTABLE PARA ACONCAGUA

De acuerdo con una encuesta que anualmente realiza la Asashi Glass Foundation de Japón, que mide la evolución de 14 parámetros de mejoramiento ambiental en los cinco continentes. Dicho estudio, incluye el saneamiento de las aguas, el tratamiento de los residuos y la eficiencia energética, el estudio refleja que lo que más avanza en todo el planeta es la educación ambiental. Sin embargo, paradójicamente, el parámetro que menos evoluciona es el cambio en los estilos de vida de las personas.


En otras palabras, a pesar de que las personas ya cuentan con la información sobre el deterioro ambiental, no lo relacionan con sus opciones personales o, lo que es peor, no están dispuestos a tomarse la molestia de minimizar y separar sus residuos, hacer un uso eficiente del agua y la energía, trasladarse en forma sustentable y proteger los recursos naturales.


Adicionalmente, el conflicto entre lo social, lo ambiental y lo económico inherente a la noción del desarrollo sustentable no es abordado desde la indispensable búsqueda de un acuerdo equilibrado, sino más bien como una confrontación en que los partidarios de la ecología deben resultar triunfadores sobre los impulsores de lo social o lo económico. Lo relevante es sincerar la agenda de los distintos intereses y exponer con transparencia las diferentes implicancias que tiene una decisión de modo que el tomador de la decisión las pueda considerar y la comunidad la logre comprender y, en consecuencia, apoyar.


Es por ello que mis amigos lectores necesitamos apurar el paso y contagiar con una propuesta que entusiasme a las mayorías con responsabilidad social, ambiental y económica. Mal que mal, la sustentabilidad, el nuevo nombre de la paz, es el resultado de una negociación altruista.

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