domingo, 4 de enero de 2009

Política energética sustentable: Una responsabilidad de Estado

Estimados amigos lectores el alcance del artículo de esta semana pretende describir en forma sucinta los pilares y los necesarios indicadores de una política energética sustentable, para un país como el nuestro que lucha incesantemente por conseguir el desarrollo. En consecuencia, se priorizará el tratamiento de algunas de las opciones tecnológicas disponibles para un abastecimiento sustentable de energía, considerando: las fuentes energéticas convencionales para la generación eléctrica, las energías renovables no convencionales para la producción de electricidad a gran escala (ello no supone ignorar la importancia estratégica de la generación distribuida) y fuentes no convencionales, disponibles para los usos térmicos y reemplazo de carburantes.

Tanto la dinámica del crecimiento de la demanda de energía, superior al crecimiento del PIB, como la ineficiencia con que esta se utiliza, deben llevarnos a cuestionar los patrones de consumo de energía ya sea a nivel residencial como en los servicios y actividades productivas. Ello se desprende claramente de la comparación de la evolución de la intensidad energética (relación que expresa la cantidad necesaria de energía para producir una unidad de producto interno bruto), mientras en los países de la OECD la intensidad energética disminuyó entre 30% y 40% en un período de 20 años, ésta aumentó ligeramente en Chile, para el período (1990-2002), sin embargo esta es una estimación que aún se mantiene porcentualmente vigente, ya que corresponde al potencial de ahorro de energía, mediante mejoramientos de la eficiencia energética de los distintos sectores de consumo en nuestro país.

Si bien es cierto existen diferentes puntos de vista para definir los mencionados pilares de la sustentabilidad energética, a continuación se enumeran algunos de los que se estiman básicos para cualquier análisis en este ámbito:

• Abastecimiento seguro, oportuno, de calidad y a costo razonable.

• Energía y equidad. Al respecto, la inequidad se traduce en insuficiencias en el acceso a la energía, en cantidad y condiciones de uso, tanto por problemas de localización geográfica o problemas económicos de la población.

• Energía y sustentabilidad ambiental. La mayoría de los macro proyectos energéticos ha sido cuestionada por sectores ciudadanos por sus impactos ambientales, considerados por éstos como insuficientemente resueltos.

• Reducción de la dependencia energética. Si bien este parámetro nunca se consideró relevante para los responsables de la política energética, a partir del año 2004 el país le otorga una clara importancia.

• Energía, participación ciudadana informada y democracia. El reforzamiento de la democracia constituye a no dudarlo un pilar de la sustentabilidad del desarrollo y ello en el ámbito de la energía significa, entre otros, crear los canales adecuados de participación ciudadana informada para analizar tanto la localización de los proyectos como las tecnología a privilegiar y, por otra parte, reducir los elevados niveles de concentración de la propiedad en el sector energía.

Entre otras, es posible distinguir algunas componentes tecnológicas para una política energética sustentable, tales como: el uso eficiente de la energía, la diversificación de las fuentes convencionales, las energías renovables no convencionales (ERNC), la sustitución de fuentes y la generación eléctrica (y de calor) distribuida.

Creo que un país que ha asumido como estrategia de desarrollo la apertura unilateral de sus fronteras al comercio internacional, tiene prácticamente la obligación de considerar la sustentabilidad del desarrollo como ineludible y si bien ello no se logra exclusivamente con una política energética sustentable, ella puede contribuir a esta meta más global.

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