domingo, 31 de mayo de 2009

PROYECTANDO UN FUTURO ESPLENDOR

La mirada estratégica de la energía que planteo va más allá de los 19 mil MW de demanda para 2020 o la necesidad de una capacidad instalada que se calcula al 2015 en 23 mil MW. Soy de los que creen que esta pesadilla se puede transformar en oportunidad.
El objetivo ambicioso sería que un país no productor de energía se convierta, por la inteligencia, la iniciativa privada y el buen gobierno, en un modelo de efectividad energética. Lo tenemos todo salvo la capacidad de entender que son estos los temas que deben preocupar a los políticos, la autoridad, los privados, los intelectuales y la sociedad toda.Hacerlo implica una nueva relación internacional que elimine las barreras que impiden la integración con nuestros vecinos y con una América latina donde tenemos los recursos, pero no somos capaces de explotarlos ni de negociarlos en términos justos con los vecinos que los requieren.En otras palabras, de la anacrónica política “de no compartir ni una molécula” deberíamos transitar hacia la asociación.
Un concepto político, estratégico, geopolítico y de relaciones internacionales que obliga a cambiar el paradigma del antagonismo crónico por aquel que genera complementariedad y se basa en confianza con beneficios recíprocos. Hacerlo implica creatividad para encontrar acuerdos que aseguren el cumplimiento de contratos por terceros países.
Sin perjuicio de ello, nunca más podrá entregarse un país a una sola fuente externa.Está el espacio para ampliar el campo a las energías sustentables, aquellas que, avalando el concepto de desarrollo sustentable, satisfacen las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propios requerimientos. Somos privilegiados con una geografía que ya muestra energía proveniente de tales fuentes e ingeniería para aplicar otras.

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